-
44 -
Desde esa hora de la tarde
en que la
vió dorada por el resplandor
solar, su
imágen ocupaba por entero su memoria.
Kusipun1a dirigióse una tarde al barrio
de los Kollawas en busca de Mama Achi–
la,
f
an1osa hechicera.
La encontró en su cabaña de Kanchipa–
ta. Era una vieja de noventa años, encor–
vada, terrosa, como una raíz centenaria.
Dialogaron.
-Man1a Achila, Inti sea contigo.
que quiE;}res de mí?
ue mitigues
1
í
dolor.
j
er te hace sufrir?
.LJ:'J-""-G-s
lJlj er quier
~
otro.
~
1
Qué dices, Mama?
-Hay un hornbre · en tu camino.
-¿Quién! ¿No sabes que mi padre es el
segundo capitán del Inka?
¿Quién es el
atrevido?
-Es un noble, tan poderoso como tú.
Kusipuma, iracundo, alej óse. Bajó por
los escalones de Tokokachi hacia Chok'e–
chaka. Pasó por Pumakurku. Torció por
el andén de Wainapata,
y
frente a Kasana
hablole Inka Titu, su hermano.
-He visto a Koillur. . . .
díjole son-
riente.