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R . . CÚNEO - VIDAL
Kontatas, a los
Huañucs:
a los antepasados: a aquellos que
m
los
albores de la civilizaci5n de América domesticaron la llama sil–
vestre, y redujeron a vida hogareña al antes espantadizo
cuy.
Cciichu:
de cuchuy: cortar o degollar reses-es el término
equivalente del holocausto. griego y del sacrificio romano.
Elementos del
ccuchu
andino fueron: la res degollada; el
llamo
y
el
cuy
j
el fuego alimentado con troncos de Keshuar, el
hígado, el- corazón
y
la grasa de la res sacrificada ensartados en
varillas
y
quemados al resquemor de las brasas del fuego sagra–
do, y finalmente el
charco de grasa
hurn~ante
(wira cocha,
en que-
'
chua), en que se resolvió el centenar de ccuchus quemados al pie
de las momias tutelares y en honra de éstas.
Explícanos Mantegazza en
su
.Psicología del gusto
cómo la fra–
gancia suprema: la fragancia de fragancias para el hombre pri–
mitivo; aque la que el hombre
~ivilizado
de nuestros días pide a
,
las flores más
elicadas de us jardines, fué el que dieron de sí
al
ccuchus.
Nada más noble
ni
entrañable que el vaho cálido y fragancio–
so aquél,
ni
nada más digno de ser brindado, en forma de una pós–
tuma satisfacción y de un póstumo ágape; ni nada más piadoso,
ni
santo
que el charco de grasa humeante que la continuación de
los
ccuchus
de las estirpes a sus fundadores, en que todo aquello
se resumía, al pie de los dichosos Kontatas.
Ayacuchos
se denominaron los
ccuchu.s
celebrados en honor
de los Kontatas, bajo su denominación de
Ayas,
equivalente de
"los muertos".
Anticiichos,
los celebrados en honor de las cumbres de los An–
des, antigua y reverenciada cuna de la raza.
Aquellas ustiones eran en sí sagradas.
/
.
Tan sólo los antiguos
señores,
esto· es, los antiguos régulos,
los antiguos Incas, cuyas eran las
re~erenciadas
momias, tuvieron