HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN
PERUANA
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· europeo, al que dejó maltrecho a la puerta de los conventos de To–
ledo, Salamanca, Sevilla
y
Santillana.
Y es que el tal evangelizador español es, ante todo,
un
lu~
chador.
Él vendrá
a
pelear con la cruz por arma, contra un enemigo
espiritual; el Diablo, las batallas que Balboa, Candia
y
Pizarro
pelearon contra enemigos de carne
y
hueso, con la :espada.
Si el diablo hubiese tenido
fe
de nácimiento ep. .América ha–
bría debido comenzar por llamarse, en cuanto
perua~o,
_atlántico
en los días de las Islas Afortunadas de Platón,
embrio-collagua
en
los del tránsito de la raza así denominada a través de la manigua
mazónica,
precollagUta
en los del escalamiento de los
contrafu~~tes
orientales de la Cordillera de lqs Andes,
y
protocollagua
en !os
de la fundación de Tiahuanaco.
Lógicaimente habría debido comenzar por tener un
nom~re
•
autóctono, colla o aimara,
descriptivo de su
mengtt;a:~a
naturaJe-
za
y
de su fun sto 1 ¡perio.
.
Su nombre
Sup
Y(!,
adqptado por los collas de
époc.aspos–
teriores a la fundaci ón del Cuzco,
es quechua,
como derivado que
parece ser de una n-acio
inconfundible _quec-hua:
siipi.
Esto nos autoriza a · creer que
no
hubo un diablo collagua, o
si se quiere, aiínara,
ni
un diablo quechua.
·
El
supaya
quechua, adoptado en segunda instancia ·por los
collaguas, respondió evidentemente a una noción castellana:, ves–
tida, a falta de un nombre autóctono que no existió en las len–
guas nativas andinas, con el ropaje más soez y despreciable que
· se tuvo a la mano en la lengua cuzqueña.
1
Creemos de más explicar a personas entendidas en el idioma
quechua el significado de la palabra "supi".
La dificultad para los primeros catecúmenos quechuas, en
manos de sus evangelizadores castellanos, consistió en traduci_r a
su propio idioma, de sµyo
niaterialista,
los términos
Dios espíritu
y -Diablo espíritu,
y,
seguidamente, las nociones Dios, espíritu puro
inefable, y demonio, espíritu maligno, abominable
y
despre–
ciable.