CAPITULO XLI
EL PENSAMIENTO RÉLIGIOSO
Creemos haber dicho lo
~u.ficiente
en la primera parte de esta
obra-la relacionada. co
Tiahuanaco-para dar a entender las
etapas recorridas por
ei
ensamiento religioso andino
h~sta
los
días de Huáscar y fte Hhil ac Urna.
La religión de la Ciudad "de los Muertos Sentados'' es la que
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en los pueblos asiáticos-verbigracia el Japón-se titula
de los
antepasados;
religión :filial, tan inherente a las palpitaciones del
corazón humano, que parece rechazar la palabra "invención" tra–
tándose de sus prácticas, que entre los Protocollaguas toma el
nombre de religión de los
Kontatas
o si se quiere de
Kon,
siempre
que se quiera ver en esta palabra una
síncopa de Kontata.
Religión-digámoslo de una vez-austera en demasía, en cu–
yas prácticas entra como vehículo de expresión el
lloro
(huacay),
es de creer que por pedirlo lo adusto del paisaje cordillerano en
que naciera, paisaje de estepas azotadas de continuo por el cier–
zo, a que forma marco una recia teoría de cumbres que parecen
conservar en sí el sello de fatalidad que la naturaleza primitiva
al salir del primitivo caos: paisaje amargo y amargador; sin una
sonrisa tan siquiera.