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HISTORIA DE LA CIVILIZACIÓN

PERUANA

233

ver una traducción española de

"manca"

u

olla

(en que se hervían

los potajes destinados a los festines que comportábala las

jaujas

andinas) fueron igual número de saciaderos provinciales.

El saciadero de la Llacta madre del Imperio, fué desde lue–

go, el más conc.urrido y el más renombrado.

Las tales

jaujas

incaicas llenaron, como hoy diríamos, los fi–

nes de una bien entedida

política.

Para activar la fusión de los elementos radales que ·interve–

nían en la sociabilidad del imperio y formar de tal suerte una

nacionalidad,

fué menester que los individuos de los cuatro suyos

acudiesen al Cuzco y se viesen colocados en íntimo consorcio, por

determinadas fechas del año incaico, en determinados centros de

abundancia y de placentero vivir; esto es, en determinados

países

de Ouccaña,

como dijeron los italianos, y de

Ooccagne,

como dije–

ron los franceses, al traduciF según la

foné~ica

de sus respectivos

idiomas, el nombre Jauja, convertido en

Oauca, Oaucaña

y

Cucaña.

La conducci6n de los tributos que los diferentes curacatos pa–

garon al Inca y

a

sacerdocio, fueron la razón de ser de aquellas

a modo de cita

d

las

tlifereiates razas, castas y linajes del im-

.

perio.

_,,.,.,...

La designación de los individuos encargados de conducirlos '

ha debido constituir una de las

preocupaciones

de las gentes de los

aillos

privilegiados comprendidos en las diferentes comunidades.

El viaje a la ciudad imperial, la vista de las "pacarinas" ali–

neadas en sus cuatro

ceques?

la de sus "canchas" y adoratorios,

ia participación en las ágapes y regocijos de que fué asiento el

deleitoso valle de Saxayhuamán, han debido imprimir en quienes

intervinieron en ello un timbre de distinción comparable, acaso, a

la que ve reunida en su persona al musulmán que lleva a cabo el

viaje ritual a la tumba del Profeta.

Si este último merece, entre sus congéneres, el nombre de "el

hadgi"

(el santificado),

aquél mereci6, posiblemente, el de "runa–

huanac": el

experimentado:

el que supo de los usos y costumbres

de la ciudad gentil por excelencia.

"De tal manera-escribe Garcilaso-era la adoración que los