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R. CÚNEO-VIDAL
o rayas llamados
oeq~es,
la comarca, e hizo adoratorios de diver-
sa adoración de todas las
~osas
que fueron notables, de fuentes, · .
y manantiales, y
puqitios,
y piedras, y honduras, y valles y cum–
bres, que ellos llamaron
apachetas,
y puso a cada cosa su gente y
les mostró la orden que habían de tener en sacrificando a cada
uno de ellos.
"Y finalmente, aunque en ninguna parte fueron los adorato–
rios como en el Cuzco, en cada pueblo, por pequeño que fuese,
los edificaron de aquella 'misma manera con las huacas y adora- -
torios fijos.
"Y yo lo tengo ensayado en más de cien pueblos; y al señor
Obispo de los Charcas, dudando de si aquello fuese tan universal,
se lo demostré en Pocona; y los mismos indios le pintaron allá
la misma cosa, y en esto no hay duda, porque digo que se hallará
sin falta alguna, por experiencia, en todo lo que fué el antiguo
-
imperio."
Entre las ciudades de trazo incaico sobresalieron Hattun Jau–
ja, Gajamarca,
liuánuco, Gua.manga, Maranga, Pachacamac,
Nasca
y
Lima.
Donde la conformación del terreno obligó a los aillos a edi–
ficar
en llanura,
se remedió la falta de
cumbis,
rodaderos o pu–
caras mediante "colinas hechas a mano" que así las llama Cieza
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de L·eón, las cuales fueron a un mismo tiempo
huacas
o enterra-
mie11tos, graneros, fortalezas
y
lugares de público regocijo.
Como en el
Rodadero
del Cuzco, tres series .de muros resguar–
daban los declives de los dichos montículos o huacas, y allí solían
reconcentrarse los habitantes para su resguardo
y
defensa en mo–
mentos de peligro.
En Hattun Jauja permanecen en pie dos de los dichos cercos.
Del tercero, que no pudo faltar por la razón ya dicha de la
concordancia de las ciudades menores con la urbe matriz del Im–
perio, ·quedan vestigios.
En un cerro de las cabeceras del valle de Huancayo quedan
en pie, en estado de buena conservación, los tres cerros clásicos
de la huac.a-pucara que allí hubo.