HISTORIA DE LA CIVII:IZACIÓN
PERUANA
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"Lé
obsequia con claveles (huahuillay.), rosas y él mismo se
pone en la boca alguna hoja de coca, que mastica con cierta deli–
cadeza, como el clínico fuma el cigarro, eompañero .de la profun–
da meditación, y después pone la mano sobre los homóplatos del
enfermo o practica ligeros pases sobre el vértex o quizás sobre al–
gunas regiones hiponogónicas, y le dice al oído, suavemente, las si–
guientes palabras:
¿
Maytam chaita rinqui
?...
h
.
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tutayac
uasita ....
Mana intipipchayasccanta,
mana yacupasccanta
!
¡
Ama manchaehariychu
!
¡
Cuticamy
!
mamaiquim
.
.
11
.
"
tata1qu1m
acqu1cum, ....
"&A qué vas a esa mansión obscura, donde no luce el Sol ni
.
existe el agua
?...
"Regresa... No te
a~ustes
... Tus padres sienten pena por ti.
· "Estas invocacione al espíritu del enfermo, hechas por un
hombre que ase ura ha d sa arle, es realmente decisiva: conven–
la curación que puede convertirse
"Mi propia historia es para mí la prueba mejor.
"No podré olvidar que fuí víctima, ahora treinta y dos años,
de una aguda neurastenia, cuando era apenas muchacho, de re–
sultas de una infección de tifus exantemático.
"Me curaron médicos· de Lima.
"Ya no tenía fiebre.
"Convalecía, pero mi cerebración era débil e imperfecta; mi
memoria tarda; había perdido el recuerdo de la representación de
las letras.
"1\iie sentía abúlico.
"Era un neurasténico caracterizado.
"En estas circunstancias me llevaron quien, sin duda alguna,
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su
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·estionó desde el momento en que llegó a mi :presencia, pues
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