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"Río sin pescados
"Indios mal criados
"La ...
!"
Este saludo insolente, provocó la hilari–
dad en Ja capital jujefía, donde fué cono–
cido uno o dos días después, e hizo época
hasta convertirse en refrán por muchos
años.
Sin embargo, la naturaleza, que en esos
parajes ha sido pródiga en bellezas, y el
clima suave de la mayor parte del año,
hacen la delicia del viajero, que no puede
menos que olvidar la pobreza de la edifi–
cación y de los medios de vida.
Cuanta poesía se respira allí: la escasa
pendiente del Río Grande que se explaya
mojanrlo apenas el extenso lecho, da una
sensación de suavidad indescriptible; los
vistosos paisajes de los coloreados peñascos
de la sierra, y el verde de las plantacio–
nes cercanas de Agua Bendita, forman
un conjunto de paraíso, que completan el
canto de los sorsales, y los picaflores sil–
vestres de majestuosa cola verde y rojiza.
Hay en esa belleza agreste todo un poe-