![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0051.jpg)
- 3f¡ -
obreros, intensificando el tráfico de ca–
rros por la Quebrada del Toro y el de mu–
las cargueras a Purmamarca y a los Va–
lles Calchaquies.
En el bajo, desde la playa del Río Gran–
de, la vista domina un hermoso panora–
ma: barrancas a pique, pequeños "volca–
nes", infinidad de alfalfares y cebadales
minúsculos adornando de trecho en tre–
cho ambas márgenes de la quebrada y
allá, arriba, a lo lejos, contrastando con
la rica vegetación de las faldas, la ari–
dez de las cumbres, cuyas calvas puntia–
~·udas
parece que quisieran escrutar el
horizonte por encima de los verdes pena–
chos de los montes vírgenes de sus lade–
ras.
El Central Norte Argentino, con su
camino de hierro, serpentea sin cesar por
entre playas y pefíascos. La locomotora
en su loco correr, semeja una fiera que,
jadeante y repitiendo sin cesar el grito
salvaje que repercute entre las rocas, hu–
ye despavorida, con su melena de humo
a la merced del viento, como acosada por