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Las poderosas maquinarias que debían
emplearse, fueron adquiridas en Europa
y después de cruzar nuestro país, desde
el puerto de Buenos Aires, quedaron aban–
d9nadas en las playas de las estaciones del
Ferrocarril Central Norte, en la Provin–
cia de Jujuy, casi al término del largo re–
corrido que debieron hacer hasta destino.
Esta dura lección, para los pocos ar–
gentinos que tiraron así sus dineros, fué
la resultante de su propia ignorancia
y
de
su propia desidia, pues, sin conocer si–
quiera el terreno, sin datos ilustrativos
exactos, confiaron en informaciones inte–
resadas, de personas extrañas, que a su
vez entregaban la dirección de los traba–
jos
y
la administración de los bienes co–
munes, a hombres sin escrúpulos
y
sin
mas conocimientos, ni mas aspiraciones
que la vida fastuosa a costa de la masa
de accionistas,
y,
sin otras preocupacio–
nes que el derroche a manos llenas de lo
que tenían el sagrado deber de adminis–
trar con honradez,