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rioso monumento, todo va bien; smo, es
un aviso divino de la infidelidad de la
mujer, a quien azota a su regreso.
La víctima, recibe con resignación
y
con amor aquel injusto castigo, sin averi–
guar siquiera la causa, por que viene de
su marido, de su dueño, que casi tiene so–
bre ella el derecho de vida o muerte. Pe–
ro pasado el enojo, inmediatamente des–
pués del correctivo, prima en el hombre
el corazón
y,
tras la paliza que ha sido
administrada por mandato divino, vienen
las caricias
y
el dulce consuelo que pro–
diga sin tasa a la madre de sus hijos. Des–
pués de la tormenta, un sol de felicidad
brilla en aquel rústico hogar.
La influencia del cristianismo que, en
los tiempos de la conquista, en que la In–
quisición no había aún desaparecido en
absoluto, vale decir, que el poder temporal
de la iglesia católica estaba en su apogeo,
hacía que todos los actos del Estado es–
tuvieran regidos por la voluntad del con–
fesor quien amoldaba los procederes a las