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conveniencias del Clero. Debío ser así que,
como los conquistadores españoles entre–
garan a los sacerdotes la educación de las
colonias del Nuevo Mundo y que, como
naturalmente el rol de la mujer en la his–
toria sagrada es de pecadora empederni–
da y de única culpable de la desgracia
de la humanidad, impresionarán al in–
dio que concluyó por perder gran parte
de su estimación por la compañera de su
vida.
Y digo que así debió ser, pues la tra–
dición y la historia nos enseña como los
naturales de América, que formaron el
Imperio de los Incas, habían dado a la
mujer, participac10n en las activiades de
su pueblo, manteniéndola en un rol muy
elevado.
Y ese aborigen, que a travez de los si–
glos, fué deprimido por el avance de la
pretendida civilización, despojado casi de
s us derechos
y
de sus bienes, vive aún,
pero modificado en sus costumbres y en
sus gustos, con el cachet del indio moder-