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HORACIO H. URTEAGA

creer que la debilidad es fortaleza, que es degeneración el

mestizaje, que

el

pasado deJ Perú es una vergü•enza ? Ver–

güenza el pasado de la patria

!

Qué insensatez

y

qué vileza

!

La raza que paseó victoriosa de un ·confín a otro de la

América de,] mediodía, la que impuso su dominación en nom–

bre de la humana cultura, y que "al hacer oir el estrépito

de sus instrumentos de guerra, prorrumpía también en her–

mosas frases de bendición y de piedad; y que si exigía el tri–

buto y el reconocimiento a su soberanía era para dar en

cambio una religión de alegría y de paz, una lengua sonora

y rica, un gobierno justo y una civilización adelanta:da, a

cuyo impulso caían los altares da humanos sacrificios, en–

mudecían, poco a poco, las lenguas de los dialectos bárbaro ,

amortiguábase el régimen tiránico de los jefes de tribus, y

la vida se transformaba en beneficio del hombre miserable y

pegado a la tierra ". ( 2 ) .

Roma de la América, el Perú obsequia a todas las nacio–

nes del continente con su tradición y su leyenda; una tradi–

ción de glórfa y de heroísmo, y una leyenda, que, si teje la

fábula a la historia, es para provocar la mayor exaltación

de las virtudes altruistas.

¡

Así fuimos y así debemos ser

!

Confieso qu-e ante tal

ejemplo, la redención es irresistible. Por ello creo con toda

la fuerza de mi fé que la mayor de nuestras energías debe

ser la formación del espíritu colectivo, la conciencia de nues–

tro valor y superioridad moral, informe hasta ahora

y

ame–

nazado con la petrificación y el soterramiento. De aquí la

explicación de mis entusiasmos por la historia de mi patria,

de aquí la causa de mi labor perseverante, aunque parezca

obscura,

y

de mi viva exaltación, aunque parezca infecunda.

Volver al pasado, reconocer a nuestros progenitores con or–

gullo, glorificar lo que es glorioso. elevar lo que ha de er in–

mortal, pese a nuestra inconci ancia. Sólo a

í

puede surgir del

fondo del mal, el bien supremo, iluminarse el alma carboni–

zada de la raza,

y

despertar. llena de vida y novedad, la cua–

jada conciencia de nuestra generación que. aunque

her~dó

(2) .-Javier Prado, en el Prólogo del libro BOCE'rOS HISTÓR.!C-OS.