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qué repugnanci a siempre para orar y mortifi–
<.'arse. Es el morir indispensable : ¿cuándo pués
ha de ser el prepararse para una buena muerte?
Temeridad es confiar de un instante solo, aún
cu at do lo baya, la preparación pua morir bien
pas ándose la vida sin los ejercicios de oración
y penitencia. Im'Ítese pués al santo Blas, el cual
se preparó todo el tiempo d e su vida, en medio
de ser tan pura; que así se consigue una muer
te dichosa.
Ejercicio vocal.
¡Oh austerís imo eremita, protector mío, sai\
Bl a s, cuya penitente vida y contenmplación
continuada en aquella soled ad , acreditó Dios
ser tan de su g u sto, que con asombrosa mara–
v illa h-izo la reve r enciase la más h racional fie –
reza, esperan do con más que montaraz instinto
á que coiJcluyeseis tan santos empleos, y le die–
seis vues tra bendición. Yo os suplico me alcan –
zéis de ld divina Magostad, el que abrazándo–
me con la cruz de la penitencia, mortifique en
adelante todas mis pasiones y sentidos; con lo
que libre mi entendimiento de toda impresión
terrena, se eleve á la contemplación de los be–
neficio¡¡ que el soberdno RedentoT obró por mí,
para que reconociendo tanto favor, sean todas
mis diligencias vivir una vida, que no desme·
rezca una muerte buena, ni malogre el fruto
de su pasión dolorosa. Amén.
DIA CUATRO.
Sefior mío Jesucristo, ect.
Esclarecido obispo, etc. como en
la
pág.
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