EL AYLLU
y, como ya todos eran orejones, que es tanto
como decir nobles, y casi todos ellos hubie–
sen sido en fundar la nueva ciudad, tuvié–
ronse siempre por ilustres las gentes que
vivían en los dos lugares de la ciudad llama–
dos Anancuzco y Orencuzco. 1 algunos
indios quisieron decir que el un inca había
de ser de uno de estos lugares, y el otro del
otro
1
».
La
reseñ a~
de Cieza de León establece un
punrto undamemtal en la formación de las
/
noblezas incásicas, mediante la consagración
del linaje consanguíneo y hereditario, ya
cuando el imperio llega con su tercer inca á
un período de organización política y aristo–
crática definida.
Cuando se nos pone de manifiesto, que
1.
Segunda
parte
de
la
Crónica del Perú,
publicada
por Marcosjiménez de la Espada. Madrid, 1890, págs.
192
y
193·