EL AYLLU
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concurrirán sino á robustecer el concepto
inductivo que obtengamos de
él.
laso no ha podido ocurrírsele es que los aymaras
hablasen el aymara de que se le daba cuenta. Él mejor
que nadie sabía que todas esas provincias próximas al
Cuzco hablasen el quechua. Los jesuítas también lo
sabían cuando refiriéndose al quechua le llaman :
«
la
lengua general del Cuzco
».
El aymara es una lengua
más rica en vocablos y en giros que el quechua y ha
debido estar cuando la conquista de Capack Yupanqui
en la relación del griego respecto dellatin. La extensión
geográfica que ale nzan los nombres aymaras en el
continente es prueba contraria á lo que sostiene
Markham que los a-ymaras eran tribus del Collao. En
la misma provi ci-a genuinamente aymara, según
nuestro autor, existen nombres como los de
Pampa–
marca,
vocablo indiscutiblemente aymara. Hay además
otros lugares que llevan el subfijo
bamba,
como Colea–
bamba, Hantabamba, Ocobamba. Esta desinencia no
es sino el pampa aymara y que ha venido modificán–
dose en bamba.
Si Markham sostiene que de la provincia de Ayma–
ras se trasplantó colonos al Collao,
¿
no podría con
equivalencia
~e
probabilidades sostenerse que aquella
denominación de aymaras fué llevada por colonos de
la hoya del Titicaca, de aquella civilización que exten–
dióse enormente por el centro d&l continente
?