JO
EL AYLLU
razones para creer que la civilización aymara,
á cuyo idioma pertenece aquel vocablo, fué
una de las más antiguas del continente sud.
Igualmente la naturaleza de las formas
de los Incas
»,
dedica el Apéndice titulado : « Apén–
dice sobre el nombre aymara
»,
á
probar que el nom–
bre aymara que se da á la lengua y población de la
hoya del Titicaca, es apócrifa y debida solo
á
una
mala interpretación de lenguas de lugar que hicieron
los jesuítas de Juli.
Á
Markham ha seguido en esta
opinión el doctor Pablo Ereneich.
Las razo)1es en que se funda Markham son de índole
puramente histórica : se atiene al silencio que guar–
daron 1 s cxonis oas es_f>añoles respecto de una rama
y lengua importantes. Los verdaderos aymaras son
los habitantes de la provincia de este nombre que
poblaban la parte alta del valle del río Abancay ó
Pachachaca. Sostiene después, como conclusión de sus
investigaciones, que los que hoy se llaman aymaras
pobladores del Collao, fueron, según el P. Alonso
Ramos, traídos como
mitimaes
por el inca Capack
Yupanqui,
mitimaes,
trasplantados en su mayor parte
de la genuina provincia de Aymaras.
«
Los descen–
dientes, dice, de estos colonos aymaras,
á
la vez que
conservaban el nombre del
ayllu
ó tribu, que les era
originaria, gradual é insensiblemente adoptaron la