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EL AYLLU
estar seguros de interpretar los movimientos
genuinamente originarios del
ayltu.
Por otra
parte, los datos que recojamos de las formas
convivenciales de la civilización incásica no
que traían un idioma dominador como el quechua en
época del mayor brillo del imperio incásico y de su
lengua nacional, hubiesen perdido la lengua materna,
sin dejar huella alguna de su presencia, pues, las
palabras que cree Markham que conservaron del
quechua son netamente aymaras que pasaron más
bien al quechua
que son comunes á ambos idiomas
por su fratemal procedencia.
¿
Cómo , podría pregun–
tarse, iguales colonos trasplantados á Charcas no per-
,
dieron
él
enguaje materno hasta hoy ? ¿Y no tenemos
el caso típico de los callaguayas, que dentro de pro–
vincias aymaras subsisten manteniendo su idioma
primitivo, el quechua?
Es infantil, por otra parte, la explicación que se da
para disculpar á Garcilaso que se refiere al
ayma~a,
según datos que le envió el P. Alcahaza de Juli :
«
Jamás pudo ocurrírsele, dice, que
los jesuítas
hubiesen dado este nombre á una lengua del Collao,
por cuanto que habla del nombre como que se aplica
á la lengua de la provincia llamada Aymara, es decir,
de la provincia que el mismo le describiera situándolo
al O. del Cuzco y no en el Collao.
»
Lo que á Garci-