EL AYLLU
Jote de cultivos ; pero él no pasaba por suce–
sión al primogénito, sino que seguía perte–
neciendo y alimentando al núcJeo, cuales–
quiera que fuese el cambio de sus miembros
componentes. La única cosa que, probable–
mente, heredaba el representante de la fami–
lia, era la autoridad. La propiedad no era
divisible. Su goce debió ser colectivo, puesto
que el
ayllu, gens,
formaba un sólo haz
. compacto y resistente.
Á
medida que la
gens
perdía esta su tonicidad aglutinante la
propiedad perdía también su índole familiar
privada para pasar á ser comunal con el
nacimiento del clan. En el
ayUu
aymara
parece que los lazos de parentesco se susti–
tuyen poco á poco con vínculos de solidari–
dad agrícola. Una vez que la propieqad
familiar era indivisible, en cuya indivisibili–
dad existía un principio de comunidad, la
asociación debía operarse en la labor con-