EL AYLLU
junta de la
gens
para cultivar la tierra, para
el recíproco aprovechamiento de las
sayañas.
En el comunismo ciánico subsistía aún esta
reminiscencia de la primitiva cooperación
agrícola nacida del parentesco real ó ficticio.
Garcilaso nos dice :
<<
Q!le los vecinos de
cada colación, ya sabían por el padrón que
estaba hecho,
á
cuáles tierras habían de
acudir, que eran las de sus parientes ó veci·
nos más e rcanos.
»
Sumner Maine ha
notado 1 misma transformación en los vín–
culos de la familia irlandesa.
«
Durante
mucho tiempo, escribe, se ha pretendido
que la organización social llamada tribu, ha
-sido por de pronto la de las comunidades
nómadas, y que al tomar posesión fija del
suelo, las sociedades
hum~nas
experimenta–
ron sensibles modificaciones. De esta ma–
nera, la atención se ha desviado de una
observación cuya exactitud atestiguan, á mi