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DE LAS LENGUAS AMERICANAS
Er
PARTICULAR
211
corresponderfan al simboli mo ele lo antiguo pela gos, quie–
nes egim su si tema hi tórico-filológico, son los progenitores
ele l0
q~1echna
. Más adelante examina.remo de pa o el valor
de esta argumentación hipotética, que complica la leyenda lite–
ra.ria del
OluintaAJ.
Viene por últ imo el más competente delo comentadore del
famoso drama, así por u aber como por su profundo conoci–
miento del idioma que.chua y el estudio detenido que de la obra
ha hecho, aun cuando carezca de las caliclade de un crítico pe–
netrante en materia literarias. El eñor Pacheco Zegarra, que
hemos citado ya, ha publicado en
1878,
en Parí ,
un
grueso vo–
lumen, que contiene un extenso comentario sobre el
Olla1nt((ly
y
todo cuanto
á,
él se refiere, acompañándolo de 1m nuevo texto
ftmdado sobre el manu crito dominicano;
y
además una traduc–
ción literal ilustrada con abundantísimas notas crít1co-filol ógi–
cas1 que representan inmensa labor. Decidido partidario ele la
orig'inalidacl ele la
obr~
que comenta con el respeto de un libro
agrado, ,e apoya en la autoridad del doctor López para negar
a,l cura Valdez su paternidad, declarando apócrifo su texto
y
reconociendo como el único verdadero el de lo dominicos. Su
argumentación, empero no adelanta mucho sobre la de su an–
te.cesore .
He ahí el génesis de la leyenda bibliográfica
y
ele la li teratu–
ra dramática de los quechuas que tiene por principio y por
fin
el
OllantaAJ.
El único testimonio indirecto que e haga valer en favor de
la posibilidad de que el
Oll((/ntwy
sea una producción litera.ria
. anterior á la conqui ta es el de Garcilazo, que n i hace mención
especial ele ella ni clic,e tanto como e l_e atribuye.
El Inca hi toriador dice en el capítulo XXVII de.l libro ILcle