![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0077.jpg)
EL PAIS DE LA SELVA
59
oir las anécdotas que han hecho de él, en su medio, un
tipo casi legendario.
Llegó montado en un caballo obscuro, brioso y her–
moso ; w'inshister en mano, la culata apoyada marcial–
mente en el arzón, aunque vestido á la civil, todo de
negro. Su orgullo era visible, no sólo por el desplante
con que venia
á
sorprenderme, sino por los varias mo-
'
nedas de oro y plata, con las cuales brida
y
apero se
enriquecían entre el reluciente jaez de su montura. De
pie, recordaba á un Fray l\1ocho que no hubiese salido
de su Montiel. Dijérase su trasunto físico, siendo éste
más alto y simétrico. Es patrimonio de ambos la boca
de grandes
y
carnosos labios, el ánimo socarrón, la
anécdota picant
y
eve, floreciendo, como primor del
ingenio criollo, en lo intersticios del diálogo. Guarda
para cada episodio
wi
cuento, rara vez aseado, casi
siempre oportuno; Decamerón sin páginas que no osa–
ríamos editar aquí. Narra algo cuando quiere pedir,
y
cuando desea insinuarse ó criticar, narra ta1nbién.
Parece un hombre feliz ; comunica alegría ; ríe cons–
tanterI!entc, con la franqueza de un niño
y
la malicia
de un hombre de mundo. No sabe leer ni escribir,
pero siente la voluptuosidad de la fama
y
el goce de
la publicidad á través de su esposa, quien recorta lo
que alguna vez se escribe acerca de su héroe. Cuando
me dió á conocer esto, le invité á posar, para que
un aficionado lo fotografiase. Aceptó con risueño rego–
cijo; pero al indicarle que se pusiera de pie, me llevó