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RICARDO ROJAS
«
Por
\ T
d. me he costeado veinte leguas, señor
Salimos anoche.
¡
Caramba
1
amigo : ya creía que no lo
iba
á
alcanzar. Ayer, al volver del Tostado, recién pude
ver su carta ; fui porque me hizo llamar el Coman–
dante. Por miedo de hacer un viaje inútil, no le
he
traído los indios para hacerlos bailar en su honor. Pero
¡
no importa
!
Viene éste, mi edecán ; vale por todos
juntos, recién llegado del Chaco
>> •••
Y
su verbosidad se
derramaba sin otras pausas que las necesarias para reir
con su amplia risa donde se refleja, mejor que en sus
palabras, la ingenuidad y la malicia de que está lleno
su corazón.
-
¿Han
v
uardia Escolta? -
le dije.
-
No,
señ
,,
-
¿
Luego ha pasa o por lo de Montes?
-
TampG<q:ctirectamente de Averías.
-
¿Y por cuál camino?
-
¡
Uf! yo me conozco
~l
campo como la palma de la
mano ...
Se le notaba un poco fanfarrón ; pero no exageraba.
Corriendo por esos bosques ha vivido, desde la ribera
del Dulce hasta los redaños de Otumpa ; él sabe la::;
rutas ó las aguadas,
y
todos los recursos de que en
tales andanzas puede un viajero disponer. Han buscado
su baquía ingenieros que van á delirnitar territorios
y
ha sido el guía oficial del ejército en el cuartel del
Tostado. Me presentaba de antuvión el alma entera,
y
la impresión actual no diféría de la que ine forjara al