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ZUPAY
Todas las rg.J1gá
ni
antiguas divinizaron los dos
A
conceptos pol
~
oral. La ética, po sitiva de los
siglos poster·ores los aceptó igualmente ,
sü1
que lo
iconoclasta de la metafísica nietzsch eana consiguiese
destruirlos en su genial demencia. El sinto de la luz
y
de la sombra, infinito
y
fecundo en
~l
panteismo hindú,
cobra en el catolicis1no la fuerza de una verdad inili–
tante : Satán adquiere forinidable grandeza,
y
en cierto
n1omento de la Edad
Media~
no sólo inspira las cere–
monjas de un culto, sino que centraliza todo
el·
compli–
cado trabajo de la teología.
E~paña,
brazo ar1nado de esa fe visionaria, difunde,
junto con la verdad .evangéliea, o.;u leyenda del inal en
el nuevo mundo . Indígenas, conquistadores
y
mestizos,
ante la áspera seledad de las montañas ,
ó
en la umbría