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EL PAIS DE LA SELVA
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y
diversas, antes de caer rendida á sus dominadores
castellanos. El primer período fué de aislamiento caó–
tico entre los pueblos que unidos constituyeron más
tarde la poderosa monarquía del Sol. Existieron
entonces en acracia sin ley, sumidos en la holganza y
la idolatría ; realizaron sangrientos
holo~austos
huma–
nos ; recibieron su culto la piedra esmeralda, el jaspe,
las cavernas, el tigre, el perro, la serpiente, los ríos
caudalosos, el mar que ulula allende la montaña y
el Kúntur que traspone con su vuelo desniveladas
curnbres.
Pero desde Manco-Capac, y la era admirablemente
centralizadora y pro _resista de los prüneros reyes,
creencias y a rninis ación cambiaron por completo.
A
Al comenzar 1 co
nista de Pizarros y Almagros, ado-
y-:----
raban los pu blos, no ya los dioses de aquel menguado
f
etiquismo,
~ino
al Inti bienhechor que desvanece las
sombras, liquida las nieves y fecunda los campos.
Habíase completado también su enorme trilogía meta–
física : el
Hanan-pacha
ó cielo; el
1-lurin-pacha,
nues~
tro mundo de generación y corrupción ; y por contraste
con aquel supremo empíreo de los buenos : la
Zupaipa–
huasin
ó
«
casa del Demonio
»,
la tartaria, el Infierno,
que está en el ígneo centro de la Tierra. Por suso de
Inti, el dios visible, concibieron á
Pacha-camac,
prin–
cipio irrevelado, generador del universo, y en su con–
tra erigieron ese genio del mal,
á
quien llamaron
Zupay,
y
al cual, según el fidedigno Garcilaso, jamás