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RICARDO ROJAS
silente de las breñas, sienten acaso como en parle
alguna, la presencia de esa visión portentosa. La
agrestes deidades aborígenes y las doclas creaciones
teologales, se deforman recíprocamente, y nace la
mitología hispano-americana, ahondada la vida sobrc–
natu ral, bajo el influjo doble de las almas crédulas
y
de las tierras vírgenes.
Entre los seres vagos de esa región desconocida,
Zupay es, sin duda, la síntesis admirable del obscuro
proceso y
la encarnación mas potente del misterio
selvático. ZuRªY es el Diablo; y como tal, no es el pro–
ducto genui o
tl
1
spfritu quichua, ni la tradición
@l
de onio español. Supersticiones y
relatos del
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K
oTe
po ular preséntanle en el bosque
santiagueño como el
Rey
de las Sombras. En su estado
prin1ordial es un genio latente
y
inaligno ; es el origen
de todo lo adverso que aflige á los hombres,
y
el ene–
migo de Nuestro Señor. Puede estar en el agua, en el
fuego; en la atmósfera; y sabe, al par, dirigir esLos
elementos pnra sembrar en la selva pestes, inundacio–
nes, sequías
y
catástrofes, aun cuando tales flagelos,
-
según cierto gaucho teólogo, amigo mío, -
suelen
venir también de Dios ...
Este ha sido el concepto mítico del mal, común
á
todas las naciones;
y
asi lo concibieron los Incas.
La civilización peruana pasó por dos épocas sucesivas