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15±
IUC
nno
ROJ.\.S
Diez, veinte, cien, pasaron todos... Bé-e-e ... iné-e-e -
la vocinglería alejábase por el tortuoso y sombrío sen–
dero.
Como no viera zaga], el zorro descolgóse cautelosa-
1n
ente de su atalaya, prometiéndose presa; pero topóse
de antuvión con el mastín cabrero, á quien penas
y
debilidades retardaban. Era tan flaco el pobre, que
se
le contaban las costillas, ceñido el cuerpo todo en una
delgadP-z de vientre exhausto ; y para colmo, el pueblo
ocioso de las garrapatas y las pulgas, medraba en esa
res tan exprimida por el infortunio de las hambres.
El dueño de aquella hacienda, olvidó tal vez el viejo
precepto prof
:
«
Alimentar bien
á
los
perro~
que cuidan
1
...
>>
~ya
contenido en un epi-
grama helé
Pero don
1an, flaco
1
tarnbién, optó por dirigirle
afectuosamente la palabra, tratándole de
«
amigo
>>
al
saludarlo ... El cabrero, al oirle, se apresuró
á
seguir.
-
¡Oiga, co1npañero, no se vaya!
-
No, perdone, estoy apurado ...
-
.Atiéndame una palabrita.
No; será otra vez.
Pero...
Disculpe, amigo, se ine va la inajada .
. . . podría1nos ir Juntos.
•A
Vea : es mejor hablae
con franqueza : Vd.
y
yo estamos flacos -
¿ no es así
? -
No nos
va1nos
á
pelea" supongo ; -
luego, no
hay
peligro.