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LA
FABULA
Por un caniino de la selva, marchaba paso á paso,
cortando campo
~
zor o. Le llamaban don Juan,
y
era
tan proverbial s
no
e uomo su faro.a para las gentes
¡
del país.
y
á
re
J:l
la merecía, pues el hombre del
~
bosque, en su l-ucna por dominar la natnreleza, llegó á
primar con jerarquía de monarca sobre la fauna sil–
vestre . El manso buey, uncido al yugo del arado, in–
clinó la cabeza sobre las aladradas del cortijo. Las
ovejas entregaron su lana á los telares, y dóciles como
ellas, las vacas
y
los cabras, colmaron con la leche de
·sus ubres
~as
baldes de la ordeña. Su viejo amigo el
perro vino
á
compañarle en las soledades de la choza.
Los potros baguales habituaron su lomo á los cosqui–
lleos _de su albardela ;
y
muchas aves de Dios anidaron
en los árboles que sombreaban. su rancho, alegrando
los amaneceres con la sencilla música de sus trinos...
Verdad que otros, como en la tarde aciaga del Genésis
8.