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ele costumbre de que tod11s la s no.ches
como
no lloviese, se salían al
cat'Hpo
la s mujeres
i
así mismo los varones
i
ha cí.1n 111nchns
co:sas
desviándose
un
trecho, unos de otros,
i
toméÍndosc
por las manos lús varoNes a las muje–
res
i
las mujeres a los
vnroncs,~hacían
como digo
nn
coro cerrado;
i
cantan–
do uno de ellos a voz alta todos · los
demás rcspo11dían anclando al
rede–
dor.
Ola11se estos
bailes
mui lejos 1
acudían a ellos tod a s las mujeres li–
bres, indios solteros, los orejones
a–
parte, i cncla provincia ni mas ni me–
nos. "
Estas costumbres antiguas cí-a
imposible pudiesen desarraigarse i las
co11servahan apesar fle las · prnhibi–
ciones, como las élel
Arzobispo 1.,,ob(,
de
Guerrero, mediante
é-i
Cura
de
Santa
Ana,
Visitador. jcnual
i
Juez
,eeksiástico de las eausns de idolatría
que sanciorn) aquella euriosísima
i
hoi mui raramente conocida
Consti–
tución
que condena a
la
pena de 300
.azotes,
cabal~ado
sobre Ún carnero de la
tierra, a quitarsele
d
cabello i andar por
las calles con una manta colorada a todo
.indio que toque tamborines, baile o cante
-al uso antiguo en
la
l~ngua
materna "to–
do esto so pretexto de que semejantes ac-