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cía de
la
posesión de lenguaje. De aquí no
hai sino un paso
á
la invención de la fá–
bula, es decir,
á
la idea de hacer hablar á '
esos seres para convertirlos ·en precepto–
res de los humanos.
Montaigne ha dicho: "Que nuestra sa–
piencia aprenda de las bestias las ense–
ñanzas más útiles
á
las indispensables
necesidades de la vida. Los caballos, pe–
rros i muchos otros anímales, por su ape–
go, bondad, resignación i fidelidad debe–
rían dar vergüenza á los hombres"·
Detengámonos por ejemplo en las cos–
tumbres de las cuculíes, de estas avecillas
tan afectuosas que no viven en sociedad
sino en familia, que se casan
á
la
manera
de los incas con la hermana con que vi–
nieron al mundo; con la que ha sido edu–
cado i criado; que permanece en .su com·
pañía, cerca de su padre i madre, hasta
que padre á su vez, vá
á
consagrarse á la
educación de sunueva prole dándoles lec–
ciones de amor, inocencia i
f
elícídad, que
ha recibido
í
practicado.
¿No pensaís que al primer
an~auta
que se haya tomado
el
trabajo de . obser–
var esas costumbres, tan puras, tan
~ua
ves, no se le hubiera ocurrido. comparar–
las con nuestras intrigas, nuestras infa–
mias i nuestros crímenes?