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HISTORIA NATVRAL Y MORAL DE LAS INDIAS
más principal para satisfacer la demanda
del P. Acosta, ya por lo que retenía en la
memoria, ya por haber leído un libro com–
pu.esto por un fraile dominico deudo suyo
(el P. Durán?),·
"el
mas conforme
á
la libre–
ria antigua que yo he visto (dice) y que me
ayudó
á
·refrescar la memoria para · hacer
esta historia que V. R. agora ha leido".
Las cartas de los PP. Acosta y Tobar bas–
tan para reducir á la nada el
Anóm·mo,
ori–
ginal del Sr. Ramírez, y para tener la evi–
dencia de que, en el asunto aquí debatido,
toda la verdad había sido dicha por el nobi–
lísimo escritor, á quien la ligereza y la igno–
rancia presentaron como encubriendo !oque
anticipadamente tenía declarado.-No debe
olvidarse que la prioridad en la denuncia del
supuesto plagio corres¡::onde al P. Dávila
Padilla, y que éste, lo mismo que el P. Du–
rán, era de la Orden de Predicadores, rival
entonces implacable de la en que militaba
el P. Acosta, y nada tiene de extraño que
muy severamente
examina~e
la afamada
obra del Jesuíta, para asirse de las coinci–
dencias que le permitiesen hacer á un do–
minico partícipe de la gloria por aquella
alcanzada. No obstante esta labor de una
probable malquerencia monástica, el pres–
tigio del plagiario perseveró incólume en el
concepto público, pregonándolo, ya después
de haber pasado más de un siglo soli>re las
palabras de León Pinelo, el P. Feijóo....
»
(páginas 94-98).
No creemos que hubiera rivalidad ni mal–
querencia ninguna en los principios de esta
contienda, sino simplemente deseo, muy
natural y aun loable en un historiador, de
conservar la memoria de lo que se sabía
ó
decía en su tiempo sobre los verdaderos y
primitivos autores de la importantísima
relación 6 noticia del origen de los indios.
En todo caso, parécenos que puede ya
darse por terminada esta cuestión, y por es–
clarecidos los puntos que debieron de dar
fundamento
á
la controversia. Para su com–
pleta confirmación y mejor inteligencia de
lo que aquí hemos copiado, vuélvase á leer el
extracto que dimos en la
«Crónica 11ffexica–
na....
»
del excelente ártículo de
E.
Beauvois
á
que se refiere en su folleto el Sr. Carraci–
do; y véanse también para lo mismo Torres
Saldamando (págs. 14- r 5)
1
Medina
(Bibhot.
Hz"sp.-Ameri"c.,
1,
·498, 499 ), y, sobre t<?do,
Gerste
(Revue de Quest. Scieutif.,
número
del 20 de Abril de 1887, págs. 629-63 r).
Vaya aquí, para concluir, el título de la
famosa obra del P. Durán: «Historia de las
Indias de Nueva España. y Islas de Tierra–
Firme, por el Padre Fray Diego Duran,
Religioso de la Orden de Predicadores (es–
critor del siglo
xv1).
La publica con un atlas
de estampas, notas é ilustraciones, José F.
Ramirez, individuo de varias sociedades li–
terarias nacionales y estranjeras. [Tomo
1.
Mexico, Imprenta de
J.
M. Andrade y Es–
calante, bajos de San-Agustin, num.
l,
· 1867.-Tomo
II.
Me~ico,
Imprenta de Ig–
nacio Escalante, bajo de San-Agustin,
num. 1
1
1880] ».-Dos tomos en 4.º, de
xvr-535
1
rv-506-179 (con 49 planchas).