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HISTORIA NATVRAL Y MORAL DE LAS INDIAS
á Tobar. Como por otra parte es muy sabi–
do que lo que .hay de antigüedades mexica–
nas en la "Historia natural
y
moral de las
Indias" es sacado de los MSS. de Duran,
me inclino á creer que Acosta tomó equivo–
cadamente á T obar por autor de los MSS.
que le di ó, y eran obra del dominico. De
esta suposicion vendría á resultar que el
P.
Tobar no figurara ya ent re los escritores
de Historia Mexicana,
y
el P. Acosta fuera
absuelto de la nota de plagiario que se ha
hecho pesar sobre él. Ni el P. Florencia, así
en la
Crónica,
como en el
Menologiºo,
ni
tampoco el P. Alegre mencionan ningun
escrito del
P.
Tobar. Clavijero tomó sin
duda de Acosta su noticia))
(vn,
317).
Nada nos sorprende encontrar sémejan–
tes vaguedades
y
conjeturas en el Sr. Icaz–
ba\ceta, por el tiempo relativamente antiguo
y no poco nebuloso tcd:ivía en que redacta–
ba sus artículos para el
Diccz'onario Uni–
versal.
Lo que no puede menos de sorpren–
dernos es hallar, hasta en obras que pasan
por juiciosas, proposiciones como la de Le–
clerc, que, aun el año de .1887, al describir
la
Histort'a de las Indias,
de Fr. Diego
Durán, se expresa de esta manera: «C'est
dans cet important ouvrage qu'a été pris
tout ce que le Pere Acosta a écrit sur les
mreurs, coutumes et religion des Mexi–
cains» (Suppl.
z.
0
de su
Bt'blt'oth. Americ.,
página 32, núm. 3189). ¡Cómo si no estuviera
ya bastante averiguado para entonces lo que
debía el
P.
Acosta á la
Ht'stort"a
del P. Du–
rán , inédita hasta los años de 1867-1880!
Habiéndose hecho cargo el Sr. D. José
R. Carracido de los textos que se alegan de
Dávila Padilla y León Pinelo sobre el punto
que se discute, prosigue así en su folleto de
El P. :José de Acosta
y
su impo1-tanci"a en
la Literatura Científica Espmíola:
«Para
tachar á éste de plagiario no necesitó (dice)
mayor base la
m~ledicencia,
que se goza en
quebrantar prestigios, y rodando la especie
agrandóse hasta obscurecer la personalidad
del fundador de la física del Globo, redu–
ciéndola á la pálida sombra de un compi–
lador de- noticias y discursos ajenos,
y
en
ocasiones de mero copista. De tan gran re–
bajamiento está defendido por los apolo–
gistas promovedores de su reimpresión en
algunas ediciones de Ja obra menospreciada,
' como en el Prólogo de la de r
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1
pero sin
dep urar la acusación y alegando solamente
suposiciones inferidas de conceptos genera–
les ó de testimonios ajenos, en vez de apelar
al cotejo de los textos , modo único de re–
solver el problema definitivamente, y así
entendió qué debía resolverse el escritor
mejicano D. :José F. R amírez en s us estu–
dios del manuscrito antes citado de fray
Diego Durán. De este vali osísimo docu–
mento es poseedora nuestra Biblioteca Na–
cional, donde está exh_ibido por lo intere–
san te de su iconografía policroma, y al
examinarlo con el propósito de verificar la
cita de León Pinelo, me sorprendió ya en
el primer momento el error cometido por
este bibliógrafo en el títu lo del manuscrito,
el cual es
Historia de las .Tndt"as
(y no de
los indios)
de N
(Nueva füpaña) y Islas de
Tierra Ft'rme,
continuando la sorpresa en la
lectura de su contenido al observar á cuán
poco quedaba reducido lo que tanto había
acrecentado la murmuración.- Pero hay
más en el proceso de este asunto. El biblió–
filo D. José
F.
Ramírez, al dará la estampa
en Méjico el manuscrito del
P.
Durán, es-
. cribió una Introducción aquilatando el mé–
' rito de Ja obra, de que era su primer editor,
en la cual declara que tiene por base "un
· antiguo compendio histórico que manifiesta
haber sido escrito originalmente por un
indio mejicano en su propia lengua, pues
lleva el mismo orden, y (dice) aun he en–
contrado muy largos períodos copiados tan
literalmente
que eón su auxilio he podido
enmendar y suplir algunos defectos y lagu–
nas del texto". Resulta de la precedente
investigación que el original, que se supuso
, transcrito por el
P.
Acosta, deja de serlo,
convirtiéndose en retórica amplificación
del manuscrito, muy compendioso
1
pero
verdaderamente original, del anónimo me–
jicano; y éste es el que, según el Sr. Ramí–
rez, trasladó el P. Acosta,
casi' íntegro
y
d
la letra,
á
la
Ht'storia natural
y
moral de
las Indias,
atribuyéndolo á su compañero
de religión el P. Tobar. El celoso pesquisi–
dor de los términos del problema en que
. nos estamos ocupando, para explicarse cómo
llegó á manos de aquel historiógrafo la obra