CONFESSION QUE HAZE EL P. JOACHIN NAVARRO
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sum in Divum íl}omam ab aliquo ejusdem
cum eo Auctore instituti, quod severis le–
gibus jubet D. Thornre_doctrinam defende–
re,
&
gloriam promovere: ·Sed hujus; quis–
quis is fuit male feriatus horno,
&
eorum
qui cum Divo Thoma se paria focturos ,.
gloriantur, quidam lepide hanc gloriatio–
nem compressit, his versibus, quibas alludit
ad fabulam illius ranre, qure cum bovem
vidisset, tanta molle
&
grandi mugitu at–
tonita, ut paria faceret, attracto aere, magno
oris hiatu, totum pulmonem inftavit, sed
heu misera crepuit.... Hrec sine ullius inju–
ria velim a me dicta intelligi, cum non
requum sit conviciis sanctissimum Virum
defendere: quem surrtma sanctitas & singu–
laris eruditio, omnino extra telum & ictum
posuit mortalium
&
ineruditorum homi–
num, quos suis dumtaxat capaces invidia
reperit....
>
Estas son las quejas del P. Go–
net en la
Commendati'o D octrina! D . Tho–
mt:e
(§
XI), que antepuso á su
Clypeus
Theolog1't:e Thomistz"ct:e,
y á las que se refiere
el P. Courtois, el cual termina así sus de–
claraciones: «Justa querela est Goneti et si
in aliquem e Soc. cadit, quod me omnino
latet, tristem sustineat notam quam meri–
tus est.. ..
~>
Lo mismo repetimos nosotros, pero sin
que por eso nos creamos obligados á no
añadir más, cuando la justicia pide alguna
mayor declaración del punto.de que se tra–
ta.
Y
así, permítasenos, lo primero de todo,
preguntar al P. Gonet á qué vienen todas
sus estocadas á la Compañía de Jesús, pues
eso son, y no otra cosa, sus indigestas am–
plificaciones de lugares comunes, y á más
la calumniosa aplicación de la tan conocida
fábula, si él mismo nos asegura
(y
de supo–
ner es que con sinceridad y llaneza, no por
pura ceremonia ni eufemismo) que está .
muy lejos de pensar que fuera de la Com–
pañía el corruptor de la edición musipon–
tina, que da pie ó sirve de pretexto á sus in–
tempestivos desahogos. Preguntamos tam–
bién, pero no ya al P. Gonet, sino á quien,
interpretándole torcidamente ó echando á
mala parte alga nas de sus frases, un si es no
es ambiguas ó sospechosas, se empeñase en
sostener que el corruptor era, indudable–
mente, alguno ó algunos de la Compañía,
de los que por los años de
I
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residían en
el Colegio de Pont-a-Mouson, si tiene por
tan fácil de probar como de maliciar que hu–
biese entre ellos uno ó más tan incautos, y
aun estúpidos, según el P. Gonet, que fue–
sen á dejar en los
Índices
la llamada á lo
que omitían en el texto, ni cayeran en la
cuenta de que, con semejante desatino, ellos
mismos se condenaban
á
que aun el menos
avisado de sus lectores los pudier.a tachar de
manifiestos falsarios y mentirosos. Todo eso,
más bien que obra de los Padres del Colegio
de Pont-a-Mot.Json, que siempre gozaron
fama de listos, parece que tiene trazas de ser
ardid de algún engañador de oficio, mal in–
tencionado, que quisiera matar dos pájaros .
de un tiro, como vulgarmente se dice (y
como si aquí dijéramos Dominicos y Je–
suíta s), de paso que asi preparab.a también
el terreno para ver si conseguía indisponer
á
los unos con los oltos. Ciertamente, el
caso nada tiene de nuevo ni de extraordi–
nario, ni vemos por qué se hayan de acha–
car á la Compañía los cambios y mudanzas
que editores atrevidos ó mal aconsejados
se tornan á veces la libertad de introducir
en las obras que reimprimen de autores
que pertenecieron á ella. Que los Padres
tenían Colegio en Pont-a-Mouson. También
los tenían en Bruselas, por ejemplo, y en
Venecia, y, sin embargo, nadie habrá que
atribuya
á
ninguno de la Compaf'lía las
mutilaciones que sufrieron las obras del
P.
Andrés (núm.
5567)
en la primera de
esas ciudades, y las de los Padres Suárez y
Sánchez (núms.
5575
y
5576)
en la segunda.
5562.-Confession que -haze el
P.
Joa–
chin Navarro, de la Compañia de Jesus,
Doctor en la Universidad de Alca
la,
en la
Carta que escrive
a
su Amigo el Lic. Don
Ignacio Contreras Bolivar.-En
fol.º,
de
2 hs. s . n. (También hay otra edición en
4.º,
de
7
ps.)
Al frente de una copia manuscrita de esta
Confession,
que .hemos visto en el Colegio
de Loyola, se lee la siguiente advertencia,
de pu ño y letra del P. Joaquín de Montoya:
«Esta Carta o Confesion, fue una pura Sa-