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EL CRITICO

163

scriptum, in 16.

0

Barcinone, typis Figuero

1693. recusum Valentire, et Cresaraugustre»

(Ms., pág. 3).-Pero hubo de ser descuido,

á lo que parece, bien del redactor primero

de la nota, ó bien de sus copiantes; pues

cuando menos las

Indttstrias

está fuera de::

duda que salieron

á

nombre ajeno, y que e

supuesto el del Dr. Francisco Julián , que

suena en la portada, como veremos al llegar

á ellas algo más adelante. ·

Prosigamos ahora con

El Cristz'ano I11te–

ri'or,

ó sea la

Vida del cri"stia110,

según el

título que le supone Torres Amat. Uno de

sus aprobantes es precisamente nuestro

P . Garau, el cual empieza así su dictamen:

«De orden del mui Illustre Señor Doctor

Pablo Reig....

é

visto en vno, i otro Idioma

Italiano, i Español, e te segundo Tomo del

Crt"stiano

ú1

lerio1>.· Gttia facil....

»; y se ex–

tiende luego en grandes alabanzas de la:

obra, olvidado por completo de la traduc–

ción y del que la hizo. Ya esto bastaba para

meternos en sospechas de que había algún

misterio en tan desusado y singular silencio,

cuando el mismo aorobante no se hubiera

adelantado á

signifi~arnos

con delicada insi–

nuación que era así la verdad. Pues ello es

indudáble que no puso á humo de paja ,

como vulgarmente se dice, la curiosa adver–

tencia de haber «visto en vno, i otro Idio–

ma» el libro cuya sola traducción se presen–

taba á su censura. -Aunque no hubiera

más aprobación que esta presente en que el

P. Garau se expresara de ese modo, paréce–

nos suGciente indicio sola ella, de que el

P. Garau era algo más que simple apro–

bante de la traducción de

El Crútiano In–

terior.

Pues ¿qué habremos de decir cuando

nos consta que ése es cabalmente el modo

de que se vale, con todo acuerdo, en la

aprobación de alguno que otro libro más

de que, ó se sabe de seguro, ó se juzga muy

probable haber sido él mismo el traductor?

Concluyamos con una palabra sobre el

autor de la obra. El P. Gabriel Sierra , que

es otro de los aprobantes de la traducción

castellana, dice así: «Despues del aplauso,

con que la Primera parte se ha dexado ver

del Mundo Espiritual en nombre de San

Francisco de Sales, sobra qualquiera otra

censura a esta Segunda P!J.rte, porque en

ella no vacia el espíritu, aunque vacia el

nombre, y siempre sera admirada la eleva–

cion con que el Alma de su Autor entro en

las intelligencia sobre humanas de la vida

mística, dignas que los maestros de la per–

feccion ignorando su nombre las prohijáran

a vna pluma ya canonizada....».- e conoce

que el P. ierra quiso dejar al traductor Ja

gloria de descubrirnos el nombre del verda–

.dero autor, que él no podía ignorar de nin–

guna manera.

«71·a;'ome

Di.os

a las ma11os

el

Seu1mdo

Tomo del

Cristiano Interior,

traduzfrlo del

Frances, en Ilalia110, por el Abad Giatino

en Ve11ecia, ario

1681.

Yvie11do,le tan lle110

de Divinas luzes...., tome la p!ttma,

i

le ize

1mestro p01·a bemficio comten.

Cote.JC

!e, i'

al/ele co11forme con la impre$sic111 de Fran–

cia,

que salio en Leon

a

diligc11cia del

R.

P.

F1·. Lm"s de Arge11ta11, R eligioso Ca–

puchi110, que recogio estos soberauos se11ft-

1mºe11tos de las memo1·ias,

i

conferencias ma–

nuescritas de 1l/011siur

de

Benzieres Cava–

/tero Frances, que es el verdadero Attto1· de

la ob1·a....

».

Así el traductor de este « e–

gundo Tomo», que es el único que le per–

tenece en propiedad.

El primero se había impreso ya el año

de1677,en Madrid, traducido de francés en

español por D. Francisco Cubillas Don–

yague, con el título de «El Christiano in–

terior, o la Conformidad interior, que deben

tener los Chri tianos con Jesu ·Christo», y

fué luego mandado recoger por la Inqui i–

ción española

(Índ.

telt.,

pág. 69). Lo mismo

creyó la romana que debía hacer e aun con

el original francés, y lo condenó justísima–

mente por decreto de 20 de Julio de 16 9

(Esser,

I11de:r,

págs. 101-2:

cfr.

pág. 62).

i

ninguna de esas censuras alcanza

á

nuestro

«Segundo Tomo», es porque su traductor,

como versado en las sutileza de la teología

mística y diestro en la dirección de las al –

mas

á

la perfección cristiana, tuvo la pre–

caución de borrar las huellas de conceptos y

expresiones algún tahto quietistas en que

abunda el texto original.

3960.-I.

El Criticon. IT Primera Parte

en la Primavera de la Niñez,

y

en el Es-