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garse del hombre que había deshonrado su cabaña.
Interrogó á la niña.
Ni ruegos, ni amenazas, ni
castigos, nada bastó.
Ella sostenía que jamás se le
había acercado ningún hombre.
El padre estaba
decidido á matarla. Un hombre blanco se le pre–
sentó.
Dijo al indio que no debía matar á la niña,
porque era esta inocente, y que no conocía hombre.
E l padre lo oyó y creyó. Al cabo de nueve mese
. la joven dió á luz una niña, bella como los amores y
blanca como los lirios. Todas las tribus vecinas que–
daron estupefactas. De lejos se iba á conocer la
blanca, bello cogoyo de una raza nueva
y
descono –
cida.
Se le puso el nombre de
Manz".
Ella~andaba
y hablaba desde el día de su nacimiento. A
todos
sonreía tristemente. Al cabo ·de un año murió, sin
enfermedad ni sufrimientos. Se le enterró en el jar–
dín de la casa.
Según la costumbre de sus abuelos,
todos los días se limpiaba y regaba la fosa.
Un día
se encontró la sepultura entreabierta, y en ella una
pequeña planta desconocida, que ninguno se atrevió
a;
arrancar.
La planta creció, dió flores y frutos.
Los pájaros que los comían se embriagaban. Des–
pués la tierra se hendió y apareció una hermosa raíz
en el fondo.
Esta raíz se asemejaba al . bello .cuer–
pecito de Maní la Blanca.
Se le <lió el nombre de
M ani·-oc".
(
R evúta A nthropológica,
Río-de-] anei–
ro,
1882.)
La voz
)'ztca,
perteneciente al idioma de los ca–
ribes, es de origen quiché: se compone de
yog-
' ~a-
"
d
"
1 "
,
+
,
masar , y
e
ca=
mo er ; as1 es que
_vog
ca,
o
y u -
ca="se
amasa molida", · aludiendo, sin duda al
caza–
be,
ó " indispensables" [D.e
catz="ser
necesario, cosa
necesaria",
y
ab,
terminación de plural.]
Mand,ioca
es voz compuesta de tres raíces quichés:
man ="hacerse suave, ablandarse";