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ESTUDIOS INDIGENAS.

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t ecas .segun Castillo, cerraban su ritual con uua fiesta

en honor deJ sol y de la Via-lactea. Despues de va–

r iadas ceremonias en presencia de la imagen del as–

t ro, se inmolaban los cautivos,

a

media noche,

y

to–

d o el mundo, hacia penitencia, sacaudose

~angre

de

las orejas,

y

depositando respetuosamenbe espinas · so –

b re los al tares del astro rei.

Pero, ni la ficcion g riega que supone la Via–

h\ctea formada de la 1eche de Juno derramada por la

boca de Jupiter; ni el

R io celeste

· de los Chinos y de los

A rabes; ni la

Via. cle polvo lmninoso

de los Quechuas ;

n i la

Jlfcinsion del sol

de los Caribes, ni, finalmente, la

E ncigiui estrellcidci

de los Aztecas, tienen la belleza de

la frase con la cual conocen la Via-lactea .los salva–

j es d e las praderas del Misisipf. Para estos, la gran–

de isla luminosa, se llama,

EL CAMINO DE LAS ALMAS.

~ Que

puede haber mas fil<1s6fico que esta frase

~

iB

No se comprende en ella la idea del alma inmortal

~

E n todos los pueblos exis,te la creencia de que el es–

pfritu del hombre, despnes de la - muerte, asciende

a

las regiones luminosas donde se supone que esta Dios.

La dicha eterna no parece estar en la tierra, cuerpo

opaco qne sirve de tumba

a

los despojos de la carne,

sino en el seno de esas regiones ignoradas que el es–

p iritu presiente

y

que aparecen

{t

la mirada contem–

p lativa como reguero de luz.

EL CAMINO DE LAS AL–

:vrAs,

esto quiere decir; el ser moral purificaclo por la

d esgracia , emancipado por la muerte, que asciende en

pos de la recompensa eterna., de la luz inextinguible,

del

Ser eternaniente j6ven,

segnn la feliz expresion de

los Quechuas.

Si pasamos de los nombres ast1;on6micos

{t

los

fa–

miliares, hallaremos que la belleza en las palabras

compuestas uo decae,

y

que en los mismos pueblo.s,

la metafora conserva siempre su brillo.