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ES1'UDIOS INDIGENAS.
nerite, El dorso cle la tierra.
Esta bella figura, con la
cnal se quiere dar una idea de la gigantesca cordillera
qne se extiende
a
lo largo del Hemisferio americauo,
pertenece
<.t
los pueblos indigenas de la America del
Norte, los
Dene-Dindjies
que habitan la region de los.
lagos. Estos pueblos Haman
a
las montailas roca.tlosas ,
Ti-honctn'lrkkwene,
que quiere decir, LA ESPINA DORSAL
DE LA TIERRA. No menos bella es la leyenda que se
conex.iona con la llegada del hombre asi{ttico
a
la tierra
americana. En el principio existi6 nn gran gigante ·
llamado
J
akko-alt-ini ( aquel cuya cabeza barre el
cielo) que nos cerr6 la entrada de esta tierra desierta
e
inhabitada. Los hombres ( Denes) le dieron casa 3-
lo mataron. Su cadaver cay6 ent6nces a traves de los
dos continentes, petrific6se y sirvi6 de plrnnte, por
donde los renos pasaron
3r
repasaron de . una
::'j,
otra
orilla. Los pies del gigante reposan s.obre la orilla
Occidental
y
su cabeza· llega al Lago-frio. (
10)
~
Quien
no reconoce, agrega Pelilot, en la forma de este ap6 -
logo, la narracion de la llegada de los Denes
a
.Ame–
.rica, y las luchas que tuvieron que sostener contra la
aridez del suelo y la inclemencia del clima
~
Las mon–
tanas rocallosas que sirvieron de puente
a
los hombres
para pasar de Asia
a
America, f'neron, segun los De–
nes,
El dorso clel gigctnte.
Refiere Codazzi que los indios Guahibos, en el alto
Orinoco, llaman
a
los espejuelos,
El ojo cle Dios,
por–
que vieron en cierto dia, que concentrando· los rayos
del sol por rnedio de una lente, se infiam6 la yesca.
Ohctupi, pitnchdpi tutct ycwca,
EN LA MITAD DEL
DIA LE ANOCHECI6. Tal fue la respuesta sublime que
di6 al infortunado Caldas una india de la Cordillera
de Cuenca, cuando el celebre naturalista pregunt6le
(10)
PELILOT.-Memoire sur les Denes Dindjies vol. 1?
du
Congres des americanistes.