D. MANUEL AMAT Y JUNIENT.
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ver hermoseada la alameda del Acbo ;
y
los caba–
lleros, que en el paseo lucian sus carruajes, pudieron
I
extenderlo hasta la entrada del Valle de Luridgan-
cho, por haberse allanado el paso de la piedra lisa.
Amat procuró hermosear del mismo lado del puente
los paseos públicos, levantando el de aguas
á
imi-
tacion del de Roma ; pero esta bella construccion
quedó inconclusa, y los murmuradores,dijeron, que
babia sido emprendida por compJacer á la agracia-
da bailarina Micaela Villégas·, más conocida en la
tradicion popular con el nom
~re
de la Perricholi. ,
Fuera de esos trabajos destinados al entreteni-
miento, se habían hecho en la ciudad otros muchos
de saíubridad
y
limpieza, alejando los muladares,
encerrando las desbordadas acequias en sus cauces,
desembarazando el tránsito, construyendo los in-
dispensables puentes, fiando la policía
á
comisarios
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alcaldes de barrio ;
y
publicando bandos de buen
gobierno, que,
á
dfferencia de otros tiempos, n unea
1
se convertían en letra muerta.
Diéronse otras muchas medidas de un carácter
general, de que podian aprovechar la capital y las
· provincias. El archivo del .Gobierno, que estaba en ·
el mayor desórden,
y
· e donde habian desaparecido
las
rel~ciones
de los
Virey~s,
quedó bien arreglado
con los indispensables estantes
y
útiles de escri–
bir, sin que en adelante pudiesen sacarse de allí
los originales, sino meras copias . El asesor del Virey
no pudo llevarse los expedientes á su casa, sino que
.AA.~