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D.
MANUE~
AMAT
Y
JUNIENT.
hubo de despacharlos en palacio. Las escribanías
.Públicas fueron tambien puestas en órden. Se pre–
vino
á
los corregidores la solicitud con que debían
mirar las siempre descuidadas obras públicas, es–
pecialmente las vías de comunicacion, que tantas
dificultades ofrecen para su apertura
y
repara–
ciones. El Monarca había expedido decretos de
mayor trascendencia, ordenando, que los indios
fuesen admitidos á.los empleos
y
demas goces del Es–
iado, con absoluta igualdad
á
los demas vasallos;
que para, no hacer ilusoria
ó
tardía la
r~sponsabi
lidad de los empleados, se nombrasen por el Virey
los jueces de residencia; que se fundase un monte–
pío en favor de las viudas
é
hijos de los empleados
civiles
ó
militares; que se mejorase la division ter–
ritorial, reuniendo
6
dividiendo provincias,
y
áun
erigiendo, si convenia, un nuevo vireinato; que se
crease un servicio marítimo
~e
correos, quedando
incorporado
á
la Corona el servicio por tierra, en–
ajenado desde Cárlos V; en fin, que se hicieran otras
muchas reformas , dirigidas
á
extirpar abusos se–
culares-, y al más provechoso ·movimiento de la
máquina administrativa. La correspondencia oficial
debía remitirse numerada, con minutas
é
índice,
iodo bajo una cubierta.
Aunque el comercio seguía luchando en el inte–
rior con toda suerte de obstáculos, y en el exterior
con fuertes rémoras; y si bien Lima dejaba ya de
ser el emporio para tod"o el vireinato; el valor