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D.
M~L
AMAT Y JTJNIEN'.F.
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exporfad'o p(i)r los registros seguia excediend@ al que
ánfos recogian ias'. aTmadas de' ·to.das par.tes
y
á
l.®rgcos intervalos. De 1761 á 1775 se embarcaron
Fara la península 71.677 .&26 pesos, 5
'/~
rs. Se ex–
¡:>©rtaron al mismo tiemp0 lamas de vicuña,
' alpa~a
y
carnero,
~as-carilla,
aigodon c
©m.uny
de
ceibo~
\
ea.cao, bálsamos, lrtierbas med!icinales
y
otra va:-.
riedad de productos de la natq.raleza
6
de la
ind!us~
1iria, ménos
i~porta!i1tes
por las
cantidla~es
expe–
<lidas, q':le por el porvenir anm.wiado
á
lais inapre-–
ciables
salida~
indígenas. Todavía
~queria
la Córte
dificultar algunas de ellas,
pNhibie:m.doexpedir
·para otros puntos de América los aceites, v:irn.t©s
y -
aguardientes, que, sin embargo. c9ntinuaron sa–
lienda para stlS mercados del Pacífico, junto con los
demas efectos
á.
los que se .levantaron antiguas res–
tricciones. La comunicacion extranjera seguia s-m.–
friendo la más rigurosa inte:rdiccion, sin las báirba–
ras penas de
oi~o
siglo. Un buque frances, que de ·
la India llegó en mal estado al mar de Chilca, re–
cibió los socorros
prescr~tos
¡,or
la
humanidad
y
poir
la cortesía internacional, obligáhdole despues
á
.reembarcar su valioso cargamento. Recibido un real
_ decreto, que disponía fa expulsion de los
e~tranje
ros, se dió razon de unos
101,
en favor de los cua–
les se alegaron diversos títulos.
Las minas, que todavía suministraban
á
1a· ex–
portacion colonial la casi totalidad de los
valores:~
hubieran podido resentirse de la decadencia de