D. MANUEL AMAT Y JUNIENT.
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radurías de Chile y Quito, que monopolizaban el
comercio de efectos americanos, con gran perjuicio,
de los intereses particulares
y
de los reales derechos
de lcabala. No podia verse sin escándalo el abuso
que hacian de sus franquicias, y á sus coadjutores,
recorriendo las tiendas tablilla en mano·. Acostµm -
brados á eludir las prohibiciones y á derribar los
más encumbrado jefes, que o aron resistírseles,
todo lo pusieron en juego.
á
fin de conservar el re–
probado tráfico, aunque fuese con la caida del
Virey. Mas éste no se dej
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engañar por sus estudia-
. das demoras, ni por el cambio de procuradores ,
ni
_por otros ardides sutiles, y llevó
á
cabo su deter–
minacion, sin intimidarse por las copias, que de ella
mandaron sacar para perderle.
La Compañía no tardó en ser expulsada de Amé–
rica, despues de haber sido desterrada de España.
Con fecha de 27 de Febrero de 1767 expidió el
Monarca el decreto de expul ion. ,, fin de ase urar
la tranquilidad de sus dominios, y por otras causas,
que se reservaba en u real nimo. El irey, recibido
el despacho el 20 de Agosto de dicho -o, con ins–
trucciones precisas del
C~nde
de
Ar
nda para lle–
varlo
á
cabo sin tropiezos, tomó
á
su secretario ju–
ramento de secreto bajo pena die la vida; trabajó
dia y noche para extender l s órdenes
precisas~
en
la del 8 de Setiembre reunió en palacio las milicias,
autoridades y personas más notables, llamándolas
á
un convite, nada sorprendente por la festividad de