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D. MANUEt AM.A.T. Y JUNIENT.

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estado social facilitára las infracciones, no impidió,

que el Monarca y el Virey tratasen de remediarlos

de la manera posible. El primero reiteró sus órde–

nes para que las 'Prescripciones civiles

y

religiosas

fuesen mejor cumplidas por los curas; decretó que

se hiciera la conveniente division de las doctrinas

muy dilatadas,

ó

por lo ménos se pusiese tenientes

curas en los anexo distantes de la cabecera más

de cuatro leguas; recomendó, que se propagase el

conocimiento de la lengua castellana, vínculo de

igualdad entre todas las razas, y podero o medio de

educar cristianamente

á

los .indígenas,

y

solicitó

la celebracion <le un concilio provincial, que pro–

moviese los arreglos eclesiásticos. Amat desplegó

tanta energía, como celo, para secundar las reales

disposiciones, quitó los pretextos,

y

no admitió ex–

cusas para que los doctrineros dejasen de re idir en

sus curatos; adoptó providencias enérgicas contra

los que faltaban escandalo amente

á

su ministerio,

y tomó precauciones para ·que los nombramientos

no recayesen en sujetos indignos. Los obispos,

que llevaban

á

mal la eleécion de lo propuestos

en el se

0

undo

6

tercer lu

0

·ar de la terna, procura–

ban

á

veces hacer forzo a la de sus favorecidos,

bien colocándolos los primeros , y despues de ellos

dos opo itores notoriamente indiE;nos, bien hacien–

do alternar en tres ternas sólo tres de su predilecion,

de uerte que todos tres habían de quedar nombra–

dos. El irey a onsejaba contra estos ardides de-