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día, diez y ocho de a caballo q11e llevaba partiólos, en–
nueva dél, envió a Gonzalo Pizarro, u hermano,hacia
apartó por otro, y tomaron algunas espía ,
y
como eu'tre
ellos no había ninguno que supiese la lengua, no pndie–
ron entender más de saber de la genfe que había pasa–
do hacia la ciudad. Los nueve de caballo toparon con
la guarnición de Chincha uyo, que serían 11asta cuatro
mil indios, y como traían los caballos fatigados de lo
mucho que habían caminado, estuvieron en muy poco de
perderse porque lo indio los acometieron con mucha
determinación y muy osadamente, y ellos lo mejor que
podían se venían retrayendo hacia el pueblo.
.
Gonzálo Pizar1;0
y
los que iban con él e toparon con
la guarnición del Inga, que serfan ha ta quince mil in–
dios, gente por extremo muy lucida. Parescióle ·a Gonzá–
lo Pizarra que no era coyuntura de romper con ellos,
y
tan grande esfuerzo fué hacerlo
y
dejar de pelear, se–
gún su condición, como si a todos lo de baratara, por–
que si los acometiera no pudiera dejar de perderse. Un
indio que traían los nueve de caballo fu é corriendo a dar
mandado a la .ciclad,
y
salió Hernando Pizarra a soco–
Trellos con ocho de a caballo · que no había má en la
ciudad que pudiesen ir con él. Hernando Pizarro llegó
a tiempo qut'
Go~zalo
Pizarra andaba en busca de' los
otro nueve de caballo, y los quince mil indios le venían
siguiendo con grandí ima grita. Lo cuatro mil indios
ele Chincha uyo ya habían dejado lo nueve de caballo
que Gonzálo Pizarro andaba a buscar Y. vinieron a to–
mar en medio dellos,
y
de los qu.iuce mil indios a Gon-
.zalo Pizarra antes qne llega e Hernando Pizarra ;
y
pares–
ciéndole que el mejor consejo era vencer o morir peleando,
pone las piernas al caballo,
y
siguiéndole los que c0n él
iban, arremetió rompiendo por ellos, adonde hizo tales