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ra lo que tenía determinado, que era no de amparar el
Cuzco, teniendo por cierto no haber otros españoles en
toda la tierra sino los que con él estaban, tenía nece–
sidad de proveerse de bastimentas, envió ·un Capitán
con todos los que tenían buenos- caballos, que serían
hasta sesenta,
y .
todos los peones
é
indios amigos a la
provincia de los Canches, con término de veinte días
para que trujesen mucha cantidad de ganados; alejó–
se obra de veinte leguas, adonde hizo ciertos castigos.
Andando entendiené!.o en e to
y
en r ecoger bastimen–
tas, supo el Inga como toda la gente andaba fuera de
la ciudad, y que con H ernando Pizarra no había sino
hombres tollidos
y
caballos mancos, hizo luégo mensaje–
ros a todas las provincias, enviándoles a decir que era
tiempo para acabar de echar los cri. tlanos de la tierra,
porque Hernando Pizarra estaba solo con los dolientes
y
sin caballos, que se juntasen lo más presto que ser
pudiese, é viniesen sobre él.
Hechos estos mensajeros, envió cuatro mil indió.s
a tomar ·el paso al dicho Capitán, que había ido por
provisión, porque no pudiesen socorrer la ciudad, y en el
paso hicieron cavas muy hondas y fuerzas ; y eran ya
diez y ocho día que era partido el Capitán, cuando, pa–
resciéndole a Hernando Pizarra que fu era razón tener
nueva dél, envió a Gonzalo Pizarra, su hermano, hacia
Tambo, adonde estaba el Inga, a fin que tomasen algu–
nas espías de quien pudiesen informarse de lo que se
hacía y lo que el Inga pensaba hacer ; y, como había de
andar siete leguas
y
volver al Cuzco a dormir, par.tió an–
tes de media nocite. Y acae ció al mismo tiempo venir
dos guarnicione de gente de indios de guerra hacia la
ciudad,
y
pasó Gonzalo Pizarra por medio de ambos es–
cuadrones in verse los unos a los otros. Como fué de