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mos le matara alguno;
y ellos no querian que el
Visorrey muriese, mas mandavan aquello por poner–
le temor y que hiziese a Cueto que entregase los
navios y los hijos del Marques. Frai Gaspar fue
adonde estaua el Visorrey, y
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halló paseando por
una sala, o corred.ores, e mostrando mucha pena y
agonía con las nuevas que le t_raya, le djxo a lo que
venia, y el Visorrey, sin perder su animo, ni la color
del rrostro, rrespondio al fraile, dizíendo:
é·es fierto
que esos bachilleres mandan que me confiese?;
el
fraile le dixo que si, y el Visorrey y el estuvieron en
algunas platicas, y al fin como catholico xpiano díxo
que se confesaria; mas que para que los Oydores,
ni los que seguian su partido, creyesen que se con–
fesaua, que se fuesen paseando mano a mano, y que
yria diziendo sus c;ulpas, e crneria!1 los que los mira–
sen, que hablavan. Todo esto me conto a mi Frai
Gaspar de Carauajal, y mas me dixo que antes que
el Visorrey comen<;ase lo confision, le díxo:
yo,
yo
¿de que me tengo de acusar.; yo os prometo, Pa–
dre, que si algun pecado tengo delante el acata-
,
miento de Dios, es la muerte que di al Fattor.
El
dicho esto, andandose paseando, como dezimos, se
confeso, y
el
fraile boluio a los O
y
dores
y
les dixo
c omo el Visorrey no quería confesarse> (
r ).
( 1)
Guerra
dL
Quito;
cap.
LXV.
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