LXVII
metiendo por el un cordel, la llebaba arrastrando.
El
Li<;enciado, muy
al~gre
la enseñaua a todos los que
via, y allegado ·con elfa adonde estaua el boltario de
Martin de Robles, ovo grandes rrisadas entrellos, y
a~m
dizen que de las blancas canas de la caue<;a Y
1
barua que
rrepres~-;;:taua .
la de Su Magestad, saco
Antonio de Robles mucha parte dellas para llevar a
enseñar a las
dueñ~s
de Lim'a. Otros quieren dezir
que no las sac.o -entrambas cosas; oy a muchos [que]
luego que le c.ortaron la cabe<;a le desnudaron hasta
le dexar 'en carnes, syn querer atapalle siquiera las
partes de la p_uridad, y llevando ansina, pues, la ca–
be<_;a, entraron en la <;iudad para ponella en la pi–
cota:.
(1 ).
VII
Si fuese lícit0 corregir los antiguos documentos
históricos, bastaría suprimir en los
Quinquenarios
sus continuos pleonasmos
y
fas abundantes repeticio–
nes, para que resultase una obra maestra de estilo.
.
,
El lenguaje es rico, suelto 'y expresivo; las cons-
trucciones dislocadas son una excepción, y gen@ral–
mente la narración fluye con la transparencia de lim–
pidísima corriente. En esto supera
á
Cieza, cuyo es–
tilo .es
pob~e
y cas! nada tiene de literario. Pero hay
( J)
Guerra de Quito,-
cap.
CLXXXIH.