215
niente, que era su grande amigo, y a tratar con el
de cosas tocantes al eruicio de Su M ·estad.
Dende a dos dias que esto passó, Alon o de Cace–
res y Geronimo de la Serna se alieron de la cib–
dad con hasta veinte arcabuceros a los quales
auian dado parte del negocio, y se fueron derecho
al puerto de Quilca, con achaque que yua[n] a uer
y a registrar vn nauio de mercancia que alli esta–
ua, en donde lo hallaron, y mas na chalupa, que
estauan ya de partida para yrse a la cibdad de Li–
ma. El Theniente y el Capitan y lo suyos e em–
barcaron en ellos y dieron velas al viento, y a
cabo de ocho días llegaron a vista del puerto de los
Reyes, en donde vieron eis nauios urtos que esta–
uan en seruicio de Su Magestad: en el vno e tauan
presos Vaca de Castro, Don Pedro Luy de Cabre–
ra y Hernan Mexia -de Guzman. Pues un dia, jue–
ues, cassi a las diez de la mañana, a ornaron los
dos, vergantin y chalupa, por alta mar, con las ve–
las tendidas, los quales luego fueron vistos desd'e
la cibdad y de lo's corredores de palacio, de que se
causó grande alboroto y escandalo, que comenc;a–
ron muchos a dar grandes vozes apellidando a las
armas, creyendo todos que era el tirano. Por otra
parte vierades
a
los vezinos atrauesar
y
azotar las
calles de vna parte a otra, corriendo sin saber lo
que era; pues ¿qué diremos de los mercaderes y
tratantes, sino que a tontas y a locas atrancauan
las puertas, creyendo que Gon<;alo Pi<;arro venia
con gran poder, y que darian saco mapo a sus ca–
sas y les robarían lo que tenian?; las campanas de
la yglesia mayor se hazian pedac;os tocando al ar-