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nueuas leyes, para que las hiziessen cumplir
y
guardar como en ellas se contenia,
y
no uvo effec–
to de cosa alguna. Partiosse de la cibdadde Mexi–
co y tornose a España,
y
llegado allá dio a Su
M~7
gestad entera c_uenta de lo sucedido por el en Chia–
pa y luego hizo dexacion y renunció el obispado
. ante el Rey, por muchas causas y razones que para
ello dio, muy bastantes, y por qiae s e vido muy
t-í:abaxado y bien cansado en las pere::,i.-inacioúe
que hizo en andar tantas y tan estrañas tierras,
passando el mar Occeano de las Yndias mas de
doze vezes yendo
y
viniendo. Por tanto suplicó a
Su Magestad que proueyesse en el obispado
á
fray Thomas de Casillas, que era de buena y sanc–
ta vida y de gran doctrina y de la misma horden, ·
lo qual se hizo como el lo demandó;.Y el viuio des–
pues sin ningun fausto de Obispo, en su moneste·
rio . Lleuó consigo vn compañero que tu o, que
nunca lo apartó de si en veinte y cinco años que
anduuo eon el peregrinando por ti erras strañas,
llamado
fray
Hodrigo del
Ad~,
que era de la _
misma borden y hedad del obispo, que conside··
rando todos los que vian y conoscian la mucha he–
dad
y
vejez que entrambos t nian los llamauan
graciosamente
lilias
y
Enoc.
De manera que este
obispo tuvo gran zelo en cémtradezir y reprehen–
der a
t~dos
los que tenian esclauos,
y ·
en lleuar
inas adelante la sana y buena
y
sana doctrina que
predicaua, deffendi ndo por escripto
y
de palabra
la libertad y piadoso tratamiento que se deuia ha–
zer a los miserables yndios. Estas co as y otnis
muchas se platicaron en presencia del Rey nuestro
1.