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res el mando que traya del Rey, sin sospecha que
los yndios auian de malear; mas la gente bestial
y fiera, de cud1cia que tuuieron de la ropa que _vie–
ron !raer, determinaron de ·dar en todo, y assi vna
noche·dieron
~u
ego a la casa y quemaron y mata–
ron a los tristes cruzados y a sus
mug:eres,
que sa–
lían huyendo del fuego llamando
á
Dios
y a
Nues-·
tra Señora, y al tiempo que los yndios danan el
{
asalto decían
¡Sa~ctiago,
Sanctiago'! Los poquitos ·
que escapan;m se fueron a la mar y viendo vn na–
uio en el puerto se fueron a el a nado a embarcar-
y
dieron nueua de lo que auia
passad~;
se fueron
a la ysla de Cubagua, por
lo
qual los que estau9-n
en ella les peso grandemente, y assi
fu~ron
rr:u–
chos a vengallos, mas fueron r.ebatidos · y se bol–
vieron
á
sus casas. Quando el licenciado supo la
destruycion y muerte de los cruzados, se fue
á
la
ysla Española, en donde se metio frayle en la hor... ·
d en de los Predicadores; por consejo de fray Do–
mingo de Betan<; o , y dende a cierto tiempo se fue ·
al puerto de Plata en compañia del dicho fray Ve- -
tanc;os , para predicar
y
doctrinar a los yndios de
aquella -tierra . Dentje a muchos dias·
y
a ciertos
años , se fue a las prouincias de Nicaragua y Gua–
tirnal a
y
a Nueua Espana, en donde y por los pue–
blos qu passaua predicaua y disputaua contra tQ–
dos los que tenían ,esclauos y los encomenderos
que los m altratauan,
y
est0 hizo con viua :r:a
es
theologales y con grandes autoridades d e la diui–
na y iiumana Escriptura. Mas no sossegando su
ynd0mable cora<;on para acabar lo que tenia
co~
men ado} t anto desseaua , boluio a España con yn- ·
I