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uosi los quales se libertaron
much~os
dellos, a cuya
ca usa muchos españoles quedaron
total~ente
per–
didos y destruydos, porque la hazienda que ellos
tenian eran en estos esclauos. Mas viendo el Obis–
po que al principio de su preten<;ion y con la pre–
dicacion
d~
los ffayles no pod!a totalmente reme–
diar los agrauios que ,a los yndios de Jós reparti–
mientos y a los esclauos se hazian, porque las mis–
mas justicias le·yuan a la mano y le ympedian la
libertad de los esclauos, y por otra parte le quita–
uan . la comida; y paresciend Je al Obispo que en
ninguna manera no hazia ningun fructo ni proue–
cho en lo que tocaua a su negociacion y a su bue–
na pretension en aquella tierra, determinó de yrse
otra vez a España y renunciar el obispado qué te–
nia, para que Su Magestad lo encomendasse en la
persona .que mejor lo meresciesse. En fin, el -se
partio de Chiapa con mucha paciencia, aunque con
mucha alegria de los vezinos, que le hecharon
rr:m
maldiciones al tiempo que se yua, el qual salio con
_ vn compañero que
t~nia
ya muy viejo y se fue por
tierra a la Nueua España con ciertos criados que
lleuo consigo. Llegado que fue a la cibdad de Me–
xico halló que se hazia vn Sínodo, en donde se
auian ajuntado cinco obispºs de los comarcanos, a
· los quales aconsejó y amonestó que se deuian de
oponer y re·sistir a la tiranía que a los yndios es–
clauos se_hazic:i en aquellas partes., y si no lo que–
rí an hacer, pues er:a s eruicio de Dios, que dex assen
los obispados que
t enj ~ n.
Y assi les dixo
y
persua–
dio otras muchas cosas para que lo predicassPn en
sus obispados, y les dixo lo de las hordenan<;as y